La directora de la fundación Patio Vivo que transforma patios escolares decaídos o con poco uso, explica por qué el ladrillo es un material lleno de significado y utilidad que usan en sus proyectos de la zona central.
Contribuir a la educación mediante la implementación de paisajes de aprendizaje, diseñados como una herramienta pedagógica que permita a los estudiantes aprender a través de su experiencia es el objetivo de la fundación Patio Vivo. En otras palabras, considera que ese espacio tantas veces dejado en una posición secundaria, como lo es el patio escolar, es un escenario privilegiado para el aprendizaje, la interacción, el juego y el encuentro.
“Desde Patio Vivo nos dedicamos a transformar los patios escolares para convertirlos en lugares significativos para los estudiantes. El patio es el espacio del encuentro, de la amistad y el movimiento en los colegios”, explica su directora ejecutiva Ángela Ibáñez, quien trabaja con un equipo multidisciplinario en el que destaca también la visión de Álvaro Benítez, director de Arquitectura y Paisaje.
Ángela agrega que “transformamos los espacios planos, fríos y estériles de cemento en ‘patios vivos’, lugares que reconozcan la historia de los niños, que los ayuden a conectar con lo propio, para que desde ahí creen nuevas realidades a partir de su juego”.
Material con sentido
Con ese propósito, y con proyectos levantados de norte a sur, que el ladrillo cobra especial relevancia. “En la zona central de Chile, para construir los patios usamos el ladrillo, tierra cocida que desde antaño ha sido utilizado como material de construcción en esta zona. Sabemos que los niños leen el espacio a través de su tacto, es un material que los ayuda a conectarse con la historia de sus abuelos y antepasados, con la historia de su territorio”, detalla la directora ejecutiva de Patio Vivo.
Dice, también, que “el ladrillo es un material resistente que soporta el juego, el paso y los saltos de cientos de niños. Pero a la vez, entre ladrillo y ladrillo, podemos dar lugar a la vida. Plantamos semillas que con la humedad del invierno germinan y el calor de la primavera florecen, marcando así el paso de las estaciones”.